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Brindando placer oral Mezcal Mamá Hada Presente en Sicalíptico Gold

Cuando hablamos de licores mexicanos, lo primero que se nos viene a la cabeza es el tequila, pero… y ¿si te decimos que hay un trago aún más emblemático que está encantando al mundo con la magia de su tradición? La historia de los pueblos indígenas de México la vivimos en un trago de Mezcal. Hoy te llevaremos a probar un poco de su maravilloso universo.


Así como las uvas en el vino, también existen muchos tipos de agaves. Cada uno le da al mezcal un sabor y aroma únicos. Según el Consejo Mexicano Regulador de la Calidad del Mezcal, existen más de 20 variedades que pueden darle vida, una de las más usadas y conocidas es la agave angustifolia más conocido como espadín.
Si preguntamos por el origen del mezcal nuestros pies se untan de la tierra mexicana, mientras caminamos por los palenques de las tribus indígenas, de los mixtecos de Oaxaca y los nahuas de Guerrero, quienes lo producían de forma artesanal y bebían en sus ceremonias más especiales, bueno, no todos lo bebían; sólo las personas más importantes; los sacerdotes, los guerreros y los nobles.
Este proceso tan lleno de la magia de la tradición comienza desde que se plantan los agaves, que normalmente tardan en madurar de 6 a 8 años, aunque algunas especies pueden tardar hasta 20 años.
Cuando llega el momento se cosecha y se deshoja hasta quedar solo la piña. Luego, en un fogón muy peculiar; un agujero en el piso cubierto de piedras calentadas al fuego, se ponen las piñas y se cubren con pencas de la misma planta. Después de 3 días que ya están cocidas se machacan y se ponen a fermentar. Finalmente pasan por un proceso de destilación en ollas de barro. ¡Tradición y paciencia!, los mejores ingredientes para un buen mezcal.

Sabías que… ¿Mezcal significa “Casa de la luna”?

Ya que hablamos de la teoría dejémonos llevar por las sensaciones, tomar mezcal no solo es vivir un ritual que nos habla de una parte de la historia y las costumbres mexicanas, también se trata de disfrutar aromas y saborear ese toque ahumado que deja en nuestro paladar una experiencia única.
A diferencia del vino, los amantes del mezcal prefieren uno joven, así pueden experimentarlo en su estado más puro; saborear la planta que le dio vida y las huellas de su proceso artesanal con el que todavía es creado.
Cuando vayas a tomar mezcal recuerda hacerlo poco a poco o como dicen los mexicanos “a besitos”, es decir, a pequeños sorbos; no querrás que sus 45° de alcohol, lo que normalmente contiene una botella de mezcal, hagan que un buen momento termine antes de lo esperado. ¡Ya sabes, no te apures y disfrútalo con calma!

 

 


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